lunes, 25 de julio de 2011

Recuerdo borroso.




Un recuerdo borroso en el que mi barquito siempre se atora, y me veo reflejado en el agua, en el inmenso profundo y oscuro mar, y miro un poco más halla, en la profundidad del abismo del mar de mi memoria, y te veo a ti, esquiva, rodeada de buenos momentos, siempre sonriente, y sin poder evitarlo me tiro del barco, salto por la borda, y ya mi cuerpo se empieza a hundir, noto el agua fría recorrer mi cuerpo, pero mis ojos ven mis recuerdos, ven un tiempo en el que todo era mejor, en que todo sabia mejor, veo el niño que una vez fu jugando inocente en el parque, veo la sonrisa de mi madre, veo mil aventuras vividas en compañía de mis amigos.
Entonces sin darme cuenta poco a poco me voy hundiendo más, dejo de sentir mis piernas, de sentir mis brazos, y el agua amarga de la memoria empieza a encharcar mis pulmones.
Pero entonces, antes de empezar a nadar para huir del mar, veo el viejo recuerdo de un primer amor, una sonrisa compañera que me enseña el significado de palabras que antes solo en mi libreta anotaba, veo los días felices entre flores, besos y abrazos, veo el sabor de los días de verano, entonces la congoja entra en mi corazón, y veo noches de soledad, desesperación y lagrimas invisibles recorrer mis mejillas, pero entonces, cuando mi alma parecía perdida de nuevo la luz brilla, una voz amiga, un abrazo de corazón, y una nueva canción sonando en una noche de risas, bailes y alegrías compartidas.
Y ya empieza mi cuerpo a tiritar, ya no veo la luz de las estrellas que sobre el mar la noche llena de mil colores, y noto mi cuerpo pesado hundirse un poco más, caer por el mar insondable de mi memoria.
Y la veo a ella, aun a mi lado, apoyando mi decisión, mi cambio, y veo el más duro de mis días, a mi padre dándome la peor de las noticias, me veo llorar como ni llore ni llorare jamas, veo a mi corazón partirse en mil millones de pedazos, veo pasar días grises esperando lo inevitable, y llega el día, veo a mi madre irse, dejarme solo en el mundo.
Me asfixia el agua, mis pulmones son ahora un charco del agua de mis recuerdos, pero entonces la veo, gentil, feliz, riendo junto a mi, me veo temblar a su lado, la veo curando sin siquiera saberlo a mi corazón destrozado, y veo esa noche en ese bar cuando por fin me atreví a besarla, y noto a mi alma gigante, rebosante de alegría al ver que mi tímido beso es devuelto con alegría, y veo los días más felices de mi vida, y me veo a mi mismo aprendiendo lo que de verdad es amar, no esa sensación difusa que un día confundí, me veo aprendiendo algo nuevo junto a la luz que ilumina mis días, y me veo riendo de alegría, disfrutando cada segundo de mi vida, pero entonces todo cambia, todo es confuso, y solo veo un insulso adiós, un adiós que aun no a escuchado mi corazón, y de nuevo veo lagrimas invisibles recorrer mi rostro, pero estas son distintas, estas duelen, queman y escuecen de una forma y con una fuerza como no lo hicieron jamas.
Y ahora aquí me hallo, en el fondo del mar tirado, viendo pasar mi vida, sintiendo como mi cuerpo va perdiendo sus fuerzas y como se va poco a poco de mi la vida...
Pero entonces... Cuando todo parecía perdido... Una mano amiga coge la mía...

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