lunes, 30 de julio de 2012

Tropico de Capricornio

Todo lo que ocurre, cuando tiene importancia, es contradictorio por naturaleza. Hasta  que no apareció aquella para la que escribo esto, pensaba que las soluciones para todas las cosas se encontraban en algún lugar exterior, en la vida, como se suele decir. Cuando la conocí, pensé que estaba aperhendiendo la vida, aprehendiendo algo en que podría hincar el diente. En lugar de eso, la vida se me escapó de las manos completamente. Extendí los brazos en busca de algo a que apegarme... y no encontré nada. Pero, al hacerlo, con el esfuerzo por aferrarme, por apegarme, a pesar de quedar desamparado, descubrí algo que no había buscado: a mí mismo. Descubrí que lo que había deseado toda mi vida no era vivir (si se llama vida a lo que otros hacen), sino expresarme. Comprendí que nunca había sentido el menor interés por vivir, sino sólo por lo que ahora estoy haciendo, algo que es paralelo a la vida, pertenece a ella al mismo tiempo, y la sobrepasa. Lo verdadero me interesa poco o nada, y tampoco lo real, siquiera; sólo me interesa lo que imagino ser, lo que había asfixiado día a día para vivir. Que muera hoy o mañana carece de importancia para mí, nunca la ha tenido, pero que ni siquiera hoy, tras años de esfuerzo, pueda decir lo que pienso y siento... eso sí que me preocupa, me irrita. Desde la infancia me veo tras la pista de ese espectro, sin disfrutar de nada, sin desear otra cosa que ese poder, esa capacidad. Todo lo demás es mentira: todo lo que haya hecho o dicho en cualquier época que no tuviera relación con eso. Y ésa es, en gran medida, la mayor parte de mi vida.


Henry Miller "Tropico de Cancer".

lunes, 2 de julio de 2012

La miraba

La miraba en silencio, embriagado por su belleza, las palabra se amontonaban en su cabeza y le resultaba imposible escoger las adecuadas, quizás por eso nunca le decía nada... y solo podía mirarla embobado, sin pestañear... para no perder ni un segundo de su presencia, intentando memorizar cada segundo que pasaba con ella, como si recordando todo, rememorando todo, llegara el día en que pudiera por fin decirle todas esas palabra que ahora se amontonaban en su cabeza.
Pero sentía como poco a poco el tiempo se le escapaba entre las manos, como cada segundo que pasaba sin decirle que la amaba era un segundo desperdiciado, lo sentía tan profundamente en su alma, tan intensamente en su corazón... Pero a pesar de sentirlo con tanta claridad, siempre era lo mismo, siempre la miraba en silencio, muy callado para escuchar cada suspiro que de ella salía, y las pocas palabras que a ella le dedicaba siempre le resultaban insulsas infantiles, como ocultando su verdadera esencia, su verdadera naturaleza.